"Desde Caracas con Amor" Cómo dos célebres araucanos se salvaron de perecer en la Hermana República de Venezuela (Relato corto)
DESDE CARACAS CON AMOR Alvaro Moscoso Peroza
De cómo dos célebres araucanos se salvaron de perecer en la Hermana República de Venezuela y cómo salvaron sus vidas. (Relato corto).
(Basado en hechos reales.)
El lunes 18 de febrero de aquel año era la fecha prevista para emprender el importante viaje de negocios y de relaciones internacionales a la hermosa ciudad de Caracas, capital de la República Bolivariana de Venezuela, a donde Antonio José y Francisco (Se han cambiado sus nombres para proteger su identidad) debían asistir por invitación expresa del Gobierno Colombiano a través del Ministerio de Relaciones Exteriores a una reunión binacional de integración fronteriza, con el propósito de estrechar lazos de amistad y consolidar oportunidades de negocios regionales, todo por iniciativa de la Asamblea Nacional de Venezuela (En Venezuela la Asamblea Nacional es el equivalente en Colombia al Congreso de la República),valiosa coyuntura que aprovecharon los Funcionarios Araucanos para resolver algunas dificultades que se les presentaban con la expedición de visados y permisos fronterizos para sus conciudadanos. Antonio José y Francisco ejercían como funcionarios de alto perfil de la Alcaldía y la Gobernación del Departamento de Arauca.
Por ser una convocatoria realizada por el Gobierno Nacional, debieron tomar un vuelo que los condujo desde la ciudad de Arauca, capital del Departamento que lleva su mismo nombre y territorio fronterizo que ostenta históricos lazos de hermandad y tradición cultural con la República de Venezuela, hasta la ciudad de Bogotá y de allí en viaje directo al aeropuerto internacional de Maiquetía en la ciudad del Libertador Simón Bolívar.
Arribaron al aeropuerto de destino y una vez realizados los chequeos correspondientes se dispusieron a tomar el taxi que los conduciría hasta el hotel que les tenían reservado, donde esperaban descansar para asistir al día siguiente a las reuniones programadas.
Un hombre arreglado formalmente con traje y corbata que se identificaba como conductor de taxis del aeropuerto los abordó a la salida y les ofreció sus servicios para transportarlos hasta el hotel, Antonio José y Francisco no tuvieron la más minima sospecha del sujeto teniendo en cuenta que se distinguía por la familiaridad y camaradería con los guardas y personal del aeropuerto quienes le manifestaban saludos al pasar, igualmente observaron con detenimiento el carnet que colgaba de su cuello y de inmediato lo contrataron para que les prestara el servicio de transporte.
El hombre dio la orden a un maletero de acopiar las valijas y llevarlas hasta el baúl del vehículo tipo taxi que se encontraba parqueado frente a la puerta de salida, el taxista y el maletero permitieron el ingreso de Antonio José y Francisco al automóvil, cerraron las puertas y subieron también ellos dos, el taxista al volante y el maletero en el puesto del acompañante del conductor.
Esto les pareció muy extraño a Antonio José y Francisco, sin embargo ocurrió en cuestión de segundos y se sintieron seguros al observar que un hombre con uniforme tomó y selló el ticket de salida que se acostumbra a dejar en estos terminales, también sintieron confianza por la conversación que mantuvieron y llegaron a pensar que era usual en Caracas este tipo de procedimientos, concluyeron que conductor y cargamaletas por el mismo precio no estaba mal.
A mitad de trayecto Antonio José quiso bajar el vidrio de su ventana con el fin de recibir un poco de aire fresco, pero no funcionaba el mecanismo y observó a Francisco intentando hacer lo mismo, se cruzaron miradas al descubrir que sus ventanales no obedecían la orden de descender, Antonio José trató de halar el cerrojo de la puerta y comprobó que esta tampoco abría, nuevamente se miraron estupefactos y justo cuando estaban en estos descubrimientos el hombre que hacía de maletero se volteó y sacó un arma automática y un carnet de su billetera y apuntándoles manifestó: -“Nosotros en realidad no somos taxistas, somos pertenecientes al cuerpo de bohinas rojas del presidente Hugo Chávez, el vehículo que va delante de nosotros es de miembros de la Guardia Nacional de Venezuela y el que viene detrás pertenece al Ejército Nacional y la Cancillería, ustedes están retenidos por verificación de antecedentes, sabemos que vienen de Colombia y les hemos seguido desde el momento mismo en que abordaron el avión en Bogotá, conserven la calma que este es un procedimiento de rutina que realizamos para salvaguardar la vida de nuestro presidente y la integridad de Venezuela ante el ataque de los gringos que son una potencia y quieren atentar contra nuestra soberanía…”
Por supuesto que ante semejante panorama y retahíla los dos hombres quedaron absortos y completamente desorientados e incrédulos ante lo que estaba pasando, pero esta estupefacción duró unos pocos segundos por cuanto normalmente las personas ante las sorpresas reaccionan con estremecimiento pero a medida que se les aclara la perspectiva regresan a la calma y lucidez que les son propias a su carácter, Antonio José y Francisco comprobaron que efectivamente eran escoltados por dos vehículos y sin más preámbulos procedieron a explicar el motivo de su visita a Venezuela y las personas que en ese momento estaban esperando por su llegada.
Les registraron las billeteras y documentos que portaban y a través de radios de comunicación verificaron sus nombres y números de identificación, extrajeron sus tarjetas de crédito y les solicitaron que escribieran sus claves en papel.
Nueva sorpresa. Solo hasta ese momento Antonio José y Francisco comprendieron que se encontraban retenidos por la delincuencia común, se intranquilizaron aun más pues se dieron cuenta que iban a ser atracados y que sus vidas corrían serio peligro. Se desplazaron en medio de la ciudad, Francisco recuerda especialmente que daban rondas de aproximadamente 20 minutos por el mismo lugar, una gran autopista y retorno.
Era ya media noche y subieron por una carretera empinada por una colina, se observaban pocos autos, al cabo de 20 minutos de trayecto llegaron a un paradero totalmente obscuro donde no se miraba ni siquiera un cocuyo, abajo y al fondo se miraban las luces resplandecientes de la ciudad de Caracas.
Antonio José pensó que les había llegado la hora y preparándose para lo que parecía ser un sacrificio seguro, sacó de su alma dos valiosas armas que en ese momento tenía a disposición: Unas cuentas de rosario de la Santísima Virgen que tomó con su mano izquierda tratando de concentrarse para poder realizar las que serían quizás sus últimas oraciones y un lapicero en acero inoxidable que había comprado la víspera y que tomó con su mano derecha y mostrándolo a Francisco dijo con absoluta seguridad y como buen criollo que era: -“Parece que vamos a morir, pero aunque sea un ojo le saco cuando se me arrime…”-
Francisco al mismo tiempo se preparaba y desabrochándose el cinturón con una hebilla considerablemente grande pensó también en utilizarla en el momento oportuno contra la humanidad de alguno de los secuestradores, de esta forma los dos hombres se disponían con arrojo a esperar lo que parecía ser una liquidación segura pero decididos a dar la pelea hasta el ultimo momento y hasta que sus fuerzas les alcanzaran.
Los hicieron descender del vehículo y los condujeron hasta un montículo de piedra que sobresalía a la orilla de la carretera, les dieron la orden de sentarse y en ese momento descendió de uno de los vehículos un hombre que no habían visto, lo primero que se asomó en su descenso fueron las botas militares y el arma que portaba en su mano derecha, se dirigió hacia donde ellos estaban y pudieron apreciarlo en toda su dimensión: era un hombre alto, de anchas espaldas, color trigueño, nariz ancha, grandes cejas, cabello ensortijado, portaba una boina y camisa roja, Antonio José y Francisco pensaron por un momento que se trataba del mismísimo Hugo Chávez en carne y huesos, presidente de la República de Venezuela pero de inmediato se dieron cuenta que se trataba de una buena imitación del líder venezolano, lucía como él, caminaba como él y de sobremesa hablaba como él, pues comenzó a hablar con una perorata que era del siguiente calibre:
-“Desde ahora y hasta que amanezca ustedes son retenidos por la Revolución de los pueblos latinoamericanos, la Revolución de Bolívar nuestro Libertador, están en nuestro poder y hasta tanto no comprobemos las verdaderas intenciones de su visita a Venezuela estarán bajo mis ordenes y mi mando, no intenten nada que les pueda costar la vida y todo saldrá bien para ustedes, si llegamos a comprobar con nuestra red de inteligencia que ustedes son espías o mercenarios a sueldo del imperio norteamericano o de cualquier enemigo de Venezuela son hombres muertos, nuestra intención es proteger al Comandante Chávez y no nos gustan por aquí los amigos de Uribe y ustedes son amigos de Uribe porque son del Gobierno, todo lo que nos huela a gobierno de Uribe nos huele muy mal y deberán atenerse a las consecuencias…”
El discurso duró más de dos horas y les hicieron un recuento por la historia de los pueblos latinoamericanos pasando por los sistemas de gobierno, el neoliberalismo, el capitalismo salvaje, el socialismo y algo del Manifiesto de Carlos Marx y Engels, la llegada al poder de Chávez y de Uribe, insultos para este ultimo y miles de alabanzas para el primero, las luchas de clases, el rico, el pobre, etc. etc. etc. etc.
Antonio José y Francisco fueron de la noche a la mañana protagonistas y victimas de toda una problemática internacional que afrontaban dos naciones por sus concepciones ideológicas y sistemas de gobierno, sin quererlo se encontraban representando las políticas e ideas de toda una Nación que ha buscado luchar contra la pobreza y la desigualdad permaneciendo en los postulados de la economía de mercado y en su concepto de libertad contra los postulados de corte socialista e intervención estatal que pregona Venezuela en busca también del mismo ideal: la mayor suma de felicidades para sus pueblos.
En ese momento el hombre que hablaba como Chávez quiso escuchar lo que opinaban los dos araucanos y les preguntó que tenían que decir al respecto, a lo que Antonio José respondió:
-“Nosotros somos de una región de los llanos orientales, ustedes deben conocer Arauca o por lo menos cerca de allí toda la región del Apure que limita con nuestro Departamento, nosotros no somos ningunos espías de nadie y solo somos funcionarios que hemos venido a cumplir con nuestro trabajo para participar en una importante reunión, nosotros trabajamos con el gobierno es cierto pero no nos interesan ni Uribe ni Chávez ni ninguna de sus políticas apenas somos ciudadanos trabajadores, con familia que espera por nosotros y el sustento que podemos conseguir para ellos, si Uribe y Chávez tienen problemas a nosotros lo único que nos interesa es trabajar y si ustedes se encuentran adelantando una revolución socialista pues háganle que nosotros no nos entrometemos en eso, al fin de cuentas somos naciones hermanas y más todavía nosotros los de Arauca con la misma música, los mismos cantares, nuestros ídolos son también los mismos Reynaldo Armas, Juan Farfan, Reina Lucero, el coleo también es nuestro deporte, nosotros mismos somos coleadores y hemos ido a colear a San Cristóbal, Guasdualito y Barinas, en donde tenemos parientes, no nos interesa nada de comunismo pero igual si ustedes quieren hacerlo lo único que nos interesa es poder seguir compartiendo nuestra cultura y nuestras tradiciones por encima de gobiernos, no somos representantes del Gobierno de Uribe y nos da igual las peleas entre él y su comandante Chávez, al fin y al cabo nos gusta es Venezuela y la hermandad que hay con Arauca, somos parientes, comemos chimó y comemos hayacas, entonces no debemos encontrar motivos para pelearnos entre nosotros mismos…”
Antonio José estaba por terminar su elocuente despliegue cuando fue interrumpido por uno de los maleantes que estaba a cargo de“verificar los antecedentes” y quien le manifestó al que parecía ser el líder: -“Están limpios, no tienen nada”.
Rápidamente los subieron de nuevo al vehículo, les entregaron sus billeteras y sus tarjetas y retornaron a la ciudad, saquearon sus cuentas en los cajeros automáticos y les quitaron lo que llevaban en efectivo. A eso de las 5:00 de la mañana los dejaron en una terminal de transportes, les entregaron algo de dinero “para el taxi hasta el hotel” y se despidieron con estas palabras: -“Esto es para que sepan que nosotros somos serios, no somos unos delincuentes y sí hacíamos una verificación para proteger a nuestro presidente, el dinero que tomamos es para contrarrestar los gigantescos recursos con que cuenta el imperio para atacarnos y debemos hacer estas retenciones de dinero como una contribución a la lucha, por eso tomen lo del taxi y váyanse tranquilos que ahora nosotros los protegeremos a ustedes…”
Lo que parece increíble y traído de los cabellos en este relato no fue el atraco de que fueron victimas Antonio José y Francisco, sino la solemnidad que mostraron estos sujetos rimbombantes y ceremoniosos con el cuento aquel del Imperio y las boinas, eso parecía toda una obra de teatro con los mejores actores, también vale la pena resaltar que Antonio José y Francisco hicieron bien su tarea y expusieron, así fuera a unos maleantes, toda la verdad de nuestra historia común, de nuestros lazos de hermandad y de lo inútil que puede resultar una guerra entre pueblos tan hermanos.
Antonio José y Francisco descansaron en su hotel, de inmediato quedaron vencidos en sus camas con la ropa y prendas que llevaban puestas, el cuerpo humano ante situaciones tan extremas como la vivida por ellos queda deshecho por las intensas presiones psicológicas que se padecen en esos momentos muy superiores a las que pueden comprometer únicamente el esfuerzo físico durante todo un jornal de trabajo.
Antonio José y Francisco nunca llevaron la denuncia a las autoridades venezolanas, en las reuniones que tuvieron lugar los días posteriores pudieron conocer de abogados y jueces su concepto sobre lo que les había acontecido y el consejo que les dieron fue no instaurar una denuncia porque se corría el riesgo de ser malinterpretados por el gobierno venezolano y hacerlo parecer como un montaje, algo así como una obra de desprestigio orquestada por el gobierno colombiano, o en el peor de los casos podía ocurrir que estas actividades delictivas partieran de una verdadera confabulación y apoyo de las autoridades de policía locales, cualquiera que fuera el origen de este atraco no querían averiguarlo y regresaron a su país con el consuelo imaginario de que tal vez, como en los relatos de Macondo, estos malhechores tendrían que pasar algún día la frontera y poder así recibirlos en Arauca con la especial bienvenida que sus viciadas humanidades deberían merecer.
Antonio José y Francisco viven actualmente en Arauca y lo único que le piden a la providencia es que ninguna otra persona tenga que vivir lo que ellos vivieron y aconsejan a todos tener especial cuidado a la hora de tomar vehículo en las terminales de pasajeros, así mismo no les cabe la menor duda sobre la intervención divina al permitirles salir con vida de esta horripilante experiencia. (Días después, un periódico local publicó un artículo sobre los homicidios que ocurren casi a diario a victimas del paseo millonario en la ciudad de Caracas).
Como siempre, si alguien quiere más detalles de este relato que sucedió a dos hijos de Arauca, solo tiene que invitarme una cerveza en “la Campechana” si estamos en Arauca, y/o en “Palos de Moguer o BBC” si estamos en la Capital, como lo ha sugerido mi amigo Juan José, pues los detalles son más espeluznantes e hilarantes de lo que parecen y lamentablemente el formato no me permite ampliar más pormenores y detalles aparatosos que ocurrieron.
Lo interesante de la historia son los ingredientes adicionales del paseo que se vivió en Venezuela, porque al fin y al cabo ir de visita turística a Los Ángeles ó a Tokio nunca será tan espeluznante, peligroso, hilarante, risible y hasta folklórico como darse una vuelta por uno de nuestros países donde la realidad siempre superará a la ficción y donde se mezclan, en las charlas con los lugareños, comentarios sobre la prohibición del papel higiénico de olor por parte de Chávez porque supuestamente es un “lujo” de la oligarquía, las borracheras de Lula en el Brasil, el despilfarro de los Krischner en la Argentina, las metidas de pata de Evo morales en Bolivia y, también hay que decirlo, las andanadas de arriero de nuestro presidente Uribe. “Te voy a dar en la jeta, marica…”.
Finalmente se aclara que este relato no pretende hacer apología o argumentación contraria a ningún gobierno en particular, son hechos reales contados como sucedieron y que pudieron ocurrir en cualquier ciudad Latinoamericana, por ejemplo en Bogotá las autoridades han alertado sobre la práctica del paseo millonario para atracar, delito que ocurre con más frecuencia de la que creemos, el relato de los dos Araucanos en Caracas es excepcional por cuanto contiene ingredientes especiales utilizados por los delincuentes como camuflarse en los temas de la “Revolución Bolivariana” o “Lucha contra el Imperio”, que resultan singulares y delirantes.
Si quieres saber más sobre esta modalidad de delito, consulta el siguiente enlace: http://es.wikipedia.org/wiki/Paseo_millonario
Álvaro Moscoso Peroza.
Bogotá, agosto 23 de 2010.
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